Sueño

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Los cabellos caían sobre la almohada como cascada de finos destellos rojizos que se ensortijaban hasta caer al colchón empapado de un sudor dulzón.

Tendida sobre la cama se retorcía entre las sombras de su habitación. La noche era cálida pero en la habitación parecía que la temperatura se había detenido en cinco grados, el vaho vaporoso salía de su boca en medio de quejidos diminutos casi imperceptibles.

A los costados, sus manos se cerraban atrapando las sabanas, se retorcían bajo los dedos formando surcos hasta perderse en su espalda desnuda, el sudor le recorría la espalda esbelta hasta dejarla completamente húmeda.

Su respiración se hacía cada vez mas apresurada, su pecho se elevaba agitando la blusa de seda roja que utilizaba para dormir, uno de sus senos parecía querer escaparse pero el tirante parecía resistirse a ello tensándose cada vez más, sus tímidos pezones se marcaban sobre la tela, a pesar del frío que los convertía en seductoramente tentadores.

Sobresaltada, abrió los ojos mirando fijamente hacia el techo, no parecía que distinguieran la realidad, no se movían, la pupila dilatada se extendía en los ojos haciéndolo parecer un profundo pozo.

Respiró profundo, quedándose nuevamente dormida.

Después de una profunda oscuridad entro de súbito una luz mortecina en sus ojos, agudizo la mirada para percibir a lo lejos una figura que caminaba aparentemente desnuda.

La figura se detuvo un instante volviendo su cabeza. El viento agito su melena, haciendo brillar su cabellera en cientos de tonos lo rojizos, siguió caminando perdiéndose detrás de una puerta de madera vieja.

“Su cabello es como el mío” pensaba mientras la veía desaparecer detrás de la puerta.

Con curiosidad decidió seguirla, de pronto sintió que un viento frio le agitaba la cabellera, esparciendo sobre su senos, varios mechones rojos. Al ver como sus pezones se escondían debajo de los rizos, se sorprendió al descubrir que ella también se encontraba totalmente desnuda. El vientre se elevaba al respirar, dejando ver de vez en vez su sexo cubierto por rizos escarlatas.

Detrás de ella, sintió como si alguien la estuviera observando, volvió la cabeza, a lo lejos se encontraba una sombra, le pareció que era femenina por las caderas que se alcanzaban a distinguir. Nerviosa se escurrió también detrás de aquel portón.

De golpe llego a su nariz el perfume inequívoco de la parafina al quemarse, cientos de velas encendidas se esparcían por todos los sitios, proyectando sombras trémulas por las paredes y el piso. Una hilera de velas mas pequeñas aparecía ante ella mostrándole el camino.

Avanzo unos pasos, miro algunos metros adelante se alcanzaban a distinguir un par de nalgas sonrosadas, sabia que eran de la mujer que acababa de entrar por la cabellera que se alzaban encima de ellos hasta la cintura, muy similar al cabello con que cubría su propia piel. Decidió seguirla.

Apenas había dado algunos pasos cuando escucho detrás de ella como se escuchaba el rechinar de los goznes de la misma puerta que acababa de pasar. No le importo, tenía que alcanzar a la mujer que iba delante de ella.

“Vamos no te detengas”. Se escucho como un trueno, las paredes parecían que se derrumbarían, varias velas se tambalearon a punto de caerse. Le sorprendió que a pesar de lo intimidante de la voz, no sintiera miedo, al contrario comenzó a sentir como su corazón latía con mayor rapidez.

Apresuro el paso, sin prestar atención a la sombra que la seguía.
Su respiración se detuvo, ahogando un grito de sorpresa, al fondo del pasillo de velas, se encontraba un altar, y sobre él colgaba un enorme Cristo de madera de cedro. La mujer que había visto delante de ella se encontraba recostada sobre el altar con una pierna flexionada ocultando a su vista el sexo, solo los senos se encontraban completamente visibles, dejándolos como frutos divinos sobre una mesa. La cabellera se esparcía por un costado del altar hasta tocar el suelo, a la luz de las velas parecía que se encontraba en llamas. En el rostro se dibujaba una sonrisa seductora, casi libidinosa.

“Acércate” escucho nuevamente entre los ecos que salían detrás del altar.

En medio de las sombras temblorosas fue materializándose una silueta, llevaba una melena también espectacularmente larga, que caía laciamente sobre sus hombros, de las manos fue quitándose un par de guantes negros de piel, con una de sus manos acariciaba los senos desnudos de la mujer, con el dedo índice de la otra recorría desde el centro del pecho hasta la parte baja de vientre. La mujer se retorcía de placer, mientras los dedos se paseaban por su piel. Las manos misteriosas, fueron encontrándose en medio de los muslos separándolos, la sombra acerco sus labios besándolos, hasta llegar al sexo, humedecido.

“¿Te gusta?” pregunto sin referirse a alguien en especial.
“Si” ambas contestaron.
“¿Te gustaría hiciera que lo hiciera nuevamente?”

Ambas.

“Si”
“Puedes unírteme si quisieras, ven conmigo, puedes unirte a mi”

Detrás de sus labios rojos aparecieron en forma de sonrisa un par de colmillos mas largos de lo habitual.

Al sentir la llamada, caminó hasta ellos, miro a la sombra que se encontraba desnuda en el altar, el cabello rojo le cubría por completo el rostro.

“Bésala, puedes volverte ella si lo deseas también” le susurro la voz.

Bajo su labios, aparto el cabello de su rostro cerro los ojos y la beso, primero lento para saboréalos hasta sentirlos suyos, después apasionadamente cuando supo que ya lo eran, ambas gemían de placer.
En su espalda se deslizaban las manos ásperas, mientras los labios, le acariciaban la parte trasera de la nunca, era hermoso como sentía el respirar de la sombra tras de sí, apenas distinguía las minúsculas mordidas que le hacía en su cuello, ella a su vez mordía los labios carnosos de la mujer en el altar.

“Vamos no te detengas"

Era la primera vez que su cuerpo experimentaba un placer como aquel, su sexo le humedecía por completo las piernas, el cuello parecía también derretirse con los contactos de los labios de su maestro.
De pronto escucho un grito, desgarrando por completo sus placeres haciéndola estallar al mismo tiempo que habría los ojos en un orgasmo explosivo.

Vio en ese instante, los ojos de la mujer, eran exactamente iguales a los suyos, miro la nariz, también la reconoció, su boca, era su boca. Espantada se incorporo, rosando su senos con los senos de la mujer del altar, al estar sentada volvió su vista hacia donde unos segundos antes había escuchado el grito.

¡ERA ELLA!

En el camino de velas se encontraba de pie ella misma, desnuda completamente, con los rizos rojos tapándole los senos, en su rostro aparecía un atisbo de curiosidad de deseo.

“Acércate” se escucho.

Se tomo el cuello tratando de recuperar el aire, sintió algo viscoso entre sus dedos cuando los miro estaban manchados de sangre… en ese instante...

Abrió los ojos, miro el techo, y poco a poco volvió a quedarse dormida.

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